lunes, 10 de febrero de 2014

A LOS ÁNGELES OLVIDADOS


Me llegan imágenes de desolación, dolor, hambre, crueldad, niños desnutridos, solos, sin nadie que les sujete la mano, cuando están a punto de morir, sin nadie que les ame, tal vez porque sus padres fallecieron antes, tal vez porque se perdieron en una marabunta humana mientras escapaban de las fauces de seres destructores, ya sea por gobiernos dictatoriales, por gente sin escrúpulos, el motivo no viene al caso, lo que si es terrible es que personas que viven en este planeta en la época de la tecnología no tengan un mendrugo de pan que llevarse a la boca.

Seres inocentes, que jamás han hecho nada a nadie porque su vida es tan corta que ni tan siquiera han tenido ocasión de ofender a otro, seres débiles, frágiles debido a la injusticia humana, estas imágenes de destrucción en el que la hambruna es algo normal en tantos países de África, donde los poderosos no hacen nada, no por ignorancia sino simplemente porque no les importa lo más mínimo.

Donde el desvalido corre una suerte siempre incierta y la mayor parte de las veces fatal, donde nadie hace nada y todos miran hacia otro lado, tal vez porque esos países carecen de recursos naturales interesantes para el resto del mundo.

Nuestra sociedad consumista, preocupada únicamente por el bienestar, la apariencia, el tener más que el vecino y el olvido de todos aquellos que viven a nuestro lado y están necesitados.

Una sociedad así no debería existir, deberíamos ser todos capaces de mirar más a nuestro alrededor, hay personas solas, parece como si no estuvieran, pasan desapercibidas para el resto de mortales, es como si el dolor de los otros no quisiésemos sentirlo. Son fantasmas que recorren nuestras calles y como fantasmas que son, nadie los ve.

Cada minuto mueren cientos de niños en los países subdesarrollados, por falta de algo que llevarse a la boca, mientras la sociedades desarrolladas despilfarran los alimentos. Si nuestros políticos en lugar de pensar única y exclusivamente en enriquecerse ellos, empobreciendo al pueblo, si esos mandatarios de todos los países del mundo se unieran en pro del amor hacia los demás, el hambre sería una pesadilla olvidada, pero ninguno de ellos está interesado en perder un segundo de su vida en intentar organizar algo para terminar con tanta crueldad.

Todos somos uno, el dolor de unos nos llega a los demás a través de la energía que recorre este planeta, si no somos capaces de luchar por el prójimo, que sociedad estamos creando, una sociedad donde son más interesantes todos los instrumentos electrónicos, todas las armas nucleares o biológicas para protegernos de los demás. Siempre pensando que nuestro vecino es un enemigo en potencia.

Parémonos a pensar por un instante en la sociedad que estamos construyendo, ya no pensando en nosotros sino en la herencia que les vamos a dejar a nuestros hijos.

¡Grito al mundo pidiendo ayuda! pero nadie me escucha, nadie está ahí, porque nadie quiere oir mi lamento.

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